viernes, 14 de agosto de 2009

Juegos de Tercer Nivel

INTRODUCCIÓN: Los juegos que a continuación se insinúan guardan su especial encanto en la condición que los compañeros de juego (él y ella), correspondan a personas pertenecientes a distintas parejas. El grupo elegirá el modo de seleccionar a quienes se enfrentan en cada acción.
En la intimidad del hogar, él y ella podrán encontrar en estas prácticas un manantial que refresque su relación. Un despertar del ardor pasional y un reencuentro con el amor.

“Amacizados”
Desnudos o bastante ligeros de ropa, él y ella, unidos en estrecho abrazo, danzan al compas de sensual melodía.
Este juego dura lo que dura una canción.

“Gran y”
La imaginaria línea que sus labios describen sobre el cuerpo de la mujer, que es objeto de sus caricias, empiezan en el bajo vientre y comienza a subir con estudiada lentitud por la parte media del abdomen, pasando por el ombligo.
Si lo prefiere, deténgase unos instantes ahí, atrévase a introducir la punta de la lengua en esta parte del cuerpo (algunas mujeres lo tolera, otras no), también puede verter un poco de licor en esta preciosa oquedad, esta maniobra aportará una buena dosis de sensualidad a todo el ejercicio.
Continúe, siempre usando sus labios, abdomen arriba y cuando llegue al tórax desvíese con la intención de buscar, primero a un lado, luego al otro lado, las puntas de los senos. Deténgase ahí todo el tiempo que quiera, jugando y jugando con exquisita sensualidad. La dama favorecida lo premiará, un poco más tarde o un poco más temprano.

“Alfil por Dama”
Dos hombres se disputan los favores de alucinante diosa terrenal. Los tres, de pié totalmente desnudos. Ella apoyada contra una pared, expone su cuerpo a las cálidas caricias que le prodigan sus galanes, mientras devuelve placer por placer, estimulando con sus manos los órganos viriles, hasta cuando uno de los dos eyacula. El otro, que ha permanecido firme e invencible, coronara la acción realizando la copula con la bella dama.

“Cara a Cara”
El y ella, completamente desnudos, sentados frente a frente, cara a cara, mano a mano. Los dos se miran fijamente y se acarician. Primero el rostro: mejillas, orejas, cabellos, frente, nariz, hasta encontrar los labios y detenerse en ellos un instante más, suaves y dulces caricias. Con amor de un instante pero con amor.

Siguen las caricias resbalando por el cuello y los hombros hasta llegar a los pechos. Resulta más excitante aun detenerse en esa parte de la humanidad. El encuentra dos estupendas formas, tal vez las más sensuales del cuerpo femenino. Ella se topa con pectorales masculinos quizás bien desarrollados y un par de tetillas, cuya estimulación él agradecerá.
Las caricias resbalan ahora hacia la cintura de cada quien. Buscan la región abdominal. Largos segundos de palpación y sensaciones. Más abajo la región púbica. Un poco más abajo, los genitales. El tiempo se detiene ahí, es como si él y ella estuvieran solos en un recinto serrado, como si nadie estuviera mirando. Ahí cualquier cosa podría suceder: Una descarga física o emocional. Un instante de máxima excitación.
Las caricias terminan en los muslos. Caricias agradecidas que van desde las rodillas hasta las caderas.

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