domingo, 13 de septiembre de 2009

COLEGIALAS EN ORGIPIÑATAS

¿Qué es una orgipiñata?
Después de consultas realizadas con jóvenes de noveno a undécimo grado de varias instituciones educativas en el eje cafetero, (“diario la Patria”, agosto 20-09), una “orgipiñata” es una reunión en donde se dan relaciones sexuales ocasionales. Las personas acuden a ella en busca de placer y diversión sin ningún tipo de control y después de participar en ellas hacen de cuenta que “nada paso”.
Eran las 12 del día cuando Juan Carlos, Andrés y Johnny salieron del colegio. Frente al antejardín de la institución, con un dedo señalaron a tres de las niñas que se reían como si alguna de ellas estuviera ejecutando una maldad. La chica se les acerco y fueron invitadas a la casa de Andrés. Tenían mucho tiempo por delante, pero debían salir antes de las 6 de la tarde, para no ser vistos por sus padres.
Una de ellas dijo que no quería repetir esta vez con el mismo joven y que quería que invitaran a uno nuevo para probar. Igual hubieran podido concertar una cita para estudiar o practicar algún deporte, pero se trata de una reunión de carácter sexual, en donde se intercambian entre ellos, en desarrollo de una tarde de sexo, alcohol y con desafortunada frecuencia también drogas.
Hay que probar de todo...
“Para mí no hay nada de malo en esto”, dijo una de las muchachas, ”Estamos explorando sensaciones, conociéndonos, viviendo experiencias que nos parecen fascinantes. En mi casa no saben nada, pero si se enteran me matan. El otro día casi nos descubren. Alcanzamos a tomar algunos libros mientras que los que estaban más colorados, se encerraban en la pieza del computador, intentando serenarse y organizar sus prendas de vestir”.
Al otro día se reunieron en el mismo lugar pero esta vez estaba Sebastián, nuevo integrante del grupo, que se unía a tres jóvenes y cuatro jovencitas, dispuestas a vivir una tarde sin control. Una de las chicas que denominaremos Ana milena afirma que le gusta el sexo desde que perdió su virginidad, que nunca lo ha visto como algo sagrado, si no que lo percibe como algo cotidiano; igual que recibir un beso o darse un agarrón de manos. Con solo 15 años de edad, confiesa que “En esta vida hay que probar de todo”. Es de las que organiza encuentros para enredar a los amigos y saber así “quien es el mejor catre”.
“No le temo a las enfermedades, pero tampoco me cuido. El único problema que tengo es quedar en embarazo y no saber quién será el padre de mi hijo. Mi mama me deja hacer muchas cosas disque para no cortarme las alas”. Ella estudia en un colegio de religiosas y con sus amigas, organiza la parranda de la tarde, haciendo llamadas por teléfono móvil a la hora del descanso. Tiene un directorio con los números de muchachos con o sin experiencia en el tema. Lo importante es que tengan ganas y les guste la música electrónica o el reggaeton, géneros que se escuchan durante “las faenas”, tal como denominamos los encuentros sexuales con intercambio de habitaciones y parejas.
“¿…Que algunos llaman a lo que hacemos “orgipiñatas”? Sí. ¿y qué?”, declara una chica de diecisiete y continua: “nos gusta hacer lo que hacemos y cada semana cambiamos de sitio y de estrategias. A veces hacemos sesiones de estriptis, intentamos encontrar quien lo hace mejor. Otras veces sorteamos parejas y parejos. También acostumbramos realizar” jueguitos” eróticos, todo eso mientras tomamos licor y así las cosas resultan más emocionantes”.
Un equipo espontaneo de docentes, trabajadoras sociales y sico-orientadoras, realizaron una especie de sondeo investigativo, que decidieron guardar como reserva en los archivos de las instituciones. Entre otras cosas, descubrieron que docentes y directivos docentes son conocedores de estos asuntos, pero la mayoría piensa que “Estas cosas suceden fuera de la institución y lo que ellos hagan o deshagan fuera de la misma, es responsabilidad de cada quien”.
 
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